Elige productos que no estén envasados en plástico y recicla o reutiliza los envases.
Sé un consumidor responsable. Consume sólo lo que necesitas y agota la vida útil de los productos, en otras palabras: reduce, reutiliza y recicla.
También se un consumidor responsable de agua. No desperdicies este cada vez más escaso recurso y al mismo tiempo estarás ahorrando energía porque hacerla llegar a tu casa, tratarla y desecharla implica un gasto energético.
Digamos no a los transgénicos. Ni en nuestro campo ni en nuestra mesa. Opta por productos frescos y naturales.
Cambia el centro comercial por el mercado. Estarás comprando productos más frescos y seguros, sin transgénicos, además de apoyar a productores locales reactivando nuestra economía.
Lee las etiquetas de los productos que compras. Si en la etiqueta encuentras alguno de estos ingredientes, cuidado, puede ser transgénico:
Soya: en forma de harina, proteína, aceites y grasas (a menudo se “esconden” detrás del concepto de aceites o grasas vegetales), emulgentes (lecitina-E322), mono y diglicéridos de ácidos grasos (E471) y ácidos grasos.
Maíz: en forma de harina, almidón, aceite, sémola, glucosa, jarabe de glucosa, fructosa, dextrosa, maltodextrina, isomaltosa, sorbitol (E420), caramelo (E150)Algodón: en forma de aceite proveniente de semillas
Canola: en forma de aceite.
Prefiere los productos orgánicos y de comercio justo. Los productos orgánicos respetan el ambiente en su proceso de elaboración y son más sanos y seguros que los procesados de manera industrial.
¿Cómo puedo proteger el medio ambiente cambiando mis hábitos de consumo y alimentación?
